Asma y ejercicio
La actividad física constituye una parte muy importante de la vida diaria tanto de niños sanos como de aquellos que padecen algún tipo de trastorno crónico. Dicha actividad está relacionada con el crecimiento normal de nuestros niños y aporta indudables beneficios para su salud. Por otro lado, la inactividad física se relaciona con serios problemas de salud como, por ejemplo, la obesidad. Y es conocido que la obesidad puede contribuir a la severidad y persistencia del asma.
Además, en tiempos de pandemia, cuando cada salida o encuentro entre niños y jóvenes es una oportunidad para disfrutar un juego o una competencia, es de mucha importancia que nosotros como padres estemos atentos a la presencia de síntomas respiratorios que pueden aparecer en estas condiciones no para limitarlos sino para efectuar una consulta oportuna a fin de solucionar este inconveniente y fomentar la actividad física de nuestros hijos.
El asma asociada con el ejercicio es una entidad relativamente frecuente que afecta a entre el 40-80% de los pacientes asmáticos, lo cuál podría ser una situación esperable aunque por ello no se debe dejar de lado a la hora de ajustar el tratamiento; pero el dato más relevante es que es una situación que se da en aproximadamente un 6-7% de individuos sanos sin antecedentes de enfermedad respiratoria.
La causa de este trastorno no está del todo definida, pero la mayor parte de los investigadores sostienen que el respirar aire frío y seco sobre un territorio bronquial hiperreactivo conduce a la aparición de broncoespasmo y este se traduce en reducción del rendimiento físico y pérdida de bienestar personal.
Si bien los deportes más asmógenos son aquellos que implican carrera al aire libre (fútbol, básquet, handball, etc), se ha observado que hasta un 11% de niños y adolescentes practicando natación sufren este trastorno. En este contexto alcanzar un diagnóstico es de suma importancia y los signos de alerta son la aparición de tos o sensación de falta de aire durante la actividad física que en general cesa con el reposo En el Sanatorio de Niños de Rosario hemos puesto en marcha un método diagnóstico específico que asemeja la práctica deportiva y en forma paralela mide la función pulmonar valorando sus posibles alteraciones.
Se trata del test de esfuerzo, un estudio que se lleva a cabo sobre una cinta caminadora con diferentes velocidades de manera tal que el niño alcance un nivel determinado de frecuencia cardíaca semejante a lo que ocurre durante la actividad física. Una vez lograda la meta se realizan mediciones seriadas de la función pulmonar mediante espirometría computarizada siguiendo las normativas de los consensos internacionales existentes para este estudio.
Esta prueba tiene un alto nivel de sensibilidad ya que de acuerdo a sus resultados podemos detectar entre el 80-90% de los pacientes con asma inducida por ejercicio y tomar la medidas terapéuticas que correspondan. Como corolario es de destacar que la actividad física es un hecho inherente a los niños, es por ello que ninguno de ellos debería dejar de correr o jugar por temor a sufrir algún síntoma respiratorio. Tampoco debemos olvidar que el asma y el asma inducido por ejercicio son afecciones hoy día totalmente controlables, existiendo un sinfín de deportistas de elite que las padecen y ello, con un tratamiento adecuado, no afecta para nada su rendimiento.